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Tamagochi-Columela Conechion

Tamagochi-Columela Conechion A finales de mayo de 2004 salió en España el Tamagochi Connexion, una nueva versión  del juguete alienante (buscar en el diccionario) que ya nos intentaron vender en 1996, y lo consiguieron con mucho éxito. El Tamagochi se sentía querido si le dabas de comer, de beber y le llevabas al baño. Para quien no sepa de que va el rollo, su fabricante lo propagandea como un ser venido desde un planeta lejano. Su vida está metida dentro de ese pedacito de plástico de color llamativo, con forma de huevo y pantalla de cristal líquido incorporado. Si somos buenos criadores, el Tamagochi nos responderá con altas puntuaciones de amor, si, por el contrario, pasamos de él y no cuidamos su comida, su bebida y su aseo, irá languideciendo, disminuyendo su nivel de vida, y perderemos su “compañía”, es decir, seremos testigos de una dolorosa muerte informática.
Así como el Tamagochi original robó el corazón, y mucho tiempo, de niños y adultos hace ya cerca de diez años, el nuevo Tamagochi, con funciones mejoradas, amenaza con un “éxito” semejante. Y es que nadie puede resistirse a los encantos de la tecnología… Sin ir más lejos, aquí, en el Columela, tenemos una muestra evidente de que el Tamagochi va a arrasar. ¿O es que no habéis visto la versión “Especial Institutos” que ya se está manejando en nuestras aulas? Éste, a pesar de estar diseñado con unas formas menos atractivas, parece que cuenta con un mayor número de funciones que el normal. Así, además de las típicas funciones para darle bocata y zumo (pruébalo) y que no se nos muera de hambre el pobretico, incorpora un par de funciones la mar de cañeras: si llegas tarde a clase ¡¡te pone un retraso!! Y si faltas a clase ¡¡te pone una falta!! ¡¡Jooo… jó!! ¡Está claro que no puede haber un juguete más divertido! No es que quiera tu compañía, es que si esa hora no estás con él, el muy puñetero, te castiga. Pero no queda ahí la cosa, puesto que si acumulas tres retrasos tienes una falta. Y si tienes muchas faltas, pierdes el derecho a evaluación. Es como si fuera el árbitro: como cometas faltas, ¡¡te expulsa del instituto!! Ummm, perdón, del partido. Y del instituto. En fin. El cacharro seguro que será un superventas. No es porque sus cuidadores, en este caso los profesores, le tengan mucho cariño. Me consta que algunos están intentando que se muera a toda costa, no les cambian las pilas, ni les quitan el polvo, pero es que está bien hecho el aparatejo éste. No sé si viene de Japón, Corea o de la fábrica de algún primo de hijo de ministro, pero están bien hechos. Fíjate lo buenos que son que se acuerdan del nombre de tod@s l@s de la clase. Eso es más difícil que decir los nombres de todas las capitales europeas y hacer raíces cuadradas a la vez, con los ojos cerrados y un pie metido en… la boca. En que estarás pensando, es que no has visto esos helados de moda, el micopié ése o como se llame.
En definitiva, compañer@s, profesores, personal administrativo, conserjes, limpiadoras, inspectores de la Consejería y cualquier otra persona que pueda leer estas letras, dejemos de jugar con artefactos que nos ofrecen a humanos encarcelados en celdas de plástico, en los que la vida es un bit y los pasillos circuitos, y vayamos a tomarnos unas bebidas no alcohólicas y comernos un sabroso emparedado al bar de Antonio y su estupenda hija, que siempre será mejor sentarnos a hablar y saber por qué no vino éste o aquel a clase y mostrarse comprensivo e implicado que enjaularnos en trenas virtuales que no saben nada de la condición humana. ¡Qué para prisiones ya tenemos las de verdad! Y la mayoría de los que están allí tampoco se merecían que los expulsaran del partido. Además, con el pastón que se habrán gastado en esto ¿no podrían haberle dado una manita de pintura al deteriorado e insigne romano o haber arreglado un par de cuartos de baño?
Ánimo Columela, que éstos también tienen tela.
Jamónimo

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